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jueves, 22 de febrero de 2024

Ruta Zafra - Camino Los Naranjos


“CAMINO DE LOS NARANJOS”

Distancia: 10 Km. aprox.  Duración: 2 horas aprox.  Dificultad: Baja

Inicio: Puerta de Badajoz  Final: Plaza Chica


Nos dirigimos a la Puerta de Badajoz. Desde este punto seguiremos de frente, en dirección al Cementerio, dejando la carretera a la izquierda y el Instituto Suarez de Figueroa a nuestra derecha. En la puerta principal del cementerio, hacia la izquierda, arranca nuestra ruta  “Camino de los Naranjos”, encauzado mayormente por paredes de piedra.

El sendero transcurre entre fincas de cultivo, huertas, olivos, pastos y una variada vegetación cambiante según la época. (Como zumaque, planta para curtir cuero). El camino de tierra alterna algunos tramos con asfalto, predominando el natural. Durante el recorrido veremos unos restos de la portada de un antiguo cortijo, algunas fincas de actividades agroganaderas y casas de campo.

El camino desciende levemente a partir de una bifurcación, eligiendo la derecha y antes de llegar al primer cruce, podemos admirar una pequeña sierra y un antiguo chozo de pastores inmerso entre los árboles, llamado Chozo del Perro. En este cruce de caminos (junto a la Finca El Pino) tomamos el de la izquierda. A pocos metros, unos 200 aprox., nos encontramos con un nuevo cruce, debemos tomar el camino de la derecha, el cual aparece flanqueado por paredes de piedra.





Más adelante veremos una explotación porcina y pasando esta aparece el siguiente cruce (junto a la Finca Cantarrana). Ahora cogemos el camino de la derecha e inmediatamente, a unos 25 metros, el de nuestra izquierda. Pasaremos un tentadero de novillos que queda a nuestra izquierda.


Seguimos la ruta hasta llegar a la carretera BA-302 que debemos cruzar con mucho cuidado para alcanzar un camino paralelo a ella, dejando a nuestra izquierda la carretera. A unos 100 metros aparece un camino a la derecha que debemos seguir para continuar nuestro paseo y disfrutar del paraje cambiante. 


Apreciamos una suave bajada y mientras avanzamos aparece una leve ascensión. 
El camino discurre entre paredes de piedra y modestas casas de recreo. Al llegar a una de las últimas casas, "La Golosa", el camino viene marcado por una curva a la derecha y otra a la izquierda, avanzando hasta situarnos frente a la nueva carretera de circunvalación.

Cruzamos la carretera, subimos una pequeña cuesta y al terminarla nos permite ver a lo lejos la Torre de la Iglesia. Continuamos el camino trazado hasta llegar cerca de la Casa del Buen Suceso, también conocida por el Palomar. Veremos la parte trasera de la casa pero se aprecia igual de bonita a lo lejos. Un pequeño esfuerzo más y tras cruzar un pequeño cauce de agua, comenzamos a caminar por las primeras huertas y casas de la calle Cestería. 


Desde esta calle llegamos al Paseo de la Viudas, atravesándola para tomar la calle del Agua, Plazuela de Ruy López y Plaza Chica donde finaliza el recorrido.



Nuria Biosca








viernes, 25 de febrero de 2022

Casa de la Cultura

 CENTRO SOCIOCULTURAL “GARCÍA DE LA HUERTA”

 


Ubicada en un edificio del siglo XIX, en la calle Huelva nº 14, nos encontramos con la Casa de la Cultura de Zafra. Centro Sociocultural que lleva el nombre del poeta y dramaturgo español, nacido en Zafra, Vicente García de la Huerta (1) y Sede de la Universidad Popular de Zafra.

La mansión, propiedad de la familia Martínez-Salazar, fue adquirida por el Ayuntamiento de Zafra en 1982.

Una antigua vivienda de grandes proporciones, remodelada hacia 1860 y transformada hoy en día en la Casa de la Cultura. 





En su interior, nos recibe un hermoso patio que da acceso a las distintas habitaciones, decorado con arcos de medio punto, con una fuente de mármol en el centro. El bello patio es de corte clásico con galerías sustentadas por columnas de mármol en dos estilos. Construido en el siglo XIX, aproximadamente en los años que fue derribado lo que quedaba del Convento de San Benito, es presumible que estas series de columnas provengan de los restos de aquel monasterio franciscano.

Destaca el mirador de hierro forjado característico del urbanismo zafrense del siglo XIX y principios del XX.


 

 






















Según nos cuenta el zafrense Blas Toro Fernández en su libro “Urbanismos y Arquitecturas Aristocráticas y de Renovación Burguesa en Zafra (1850 - 1940)” editado en 1994: 
En general, el emplazamiento donde se alberga esta construcción se define por la homogeneidad del diseño de las fachadas en toda la calle Huelva, con artísticos cierres o miradores de hierro y cristal. Este elemento, decorativo, se impuso con fuerza en el siglo XIX y principios del XX apareciendo muy repetidos en la localidad.


La fachada se divide en calles con un cuerpo de remate en el que se acentúa la decoración con jarrones cerámicos sobre pedestales y paño de baranda ciego.

A diferencia de otros edificios para viviendas de Zafra, donde predomina el eclecticismo en la arquitectura, tendencia basada en la mezcla de diferentes elementos aunando todos ellos en conjunto (estilos y épocas de la decoración), esta vivienda no sigue propiamente ningún estilo ni eclecticismo. Destaca por su simetría, el volado de ventanas y la escasa ornamentación que se resume en un cornisamento que sirve de transición a un paño ciego, en lo más alto de la fachada, donde se suelen apoyar imitaciones de jarrones cerámicos característicos de esta arquitectura zafrense.

 




(1)    Vicente García de la Huerta. Zafra (Badajoz), 1734 – Madrid, 1787. Dramaturgo y poeta español. Trabajó en la Biblioteca Real, como archivero del Duque de Alba. Bajo la protección del duque de Alba, ingresó en la Academia Española, de la Historia y en la de San Fernando. Utilizó el seudónimo de Francisco Lelio Barriga. Pasó diez años como preso político en la colonia de Orán, como consecuencia de unas coplas satíricas que escribió y dirigió contra el conde de Aranda. En este cautiverio escribió su más destacada obra, su tragedia más famosa Raquel, estrenada en Barcelona en 1775, está considerada como la mejor muestra del teatro neoclásico español. obra dramática más importante del siglo XVIII español y que se atiene a las reglas dramáticas neoclásicas. A pesar de que García de la Huerta era un defensor de los principios neoclásicos, Raquel consta de tres actos y no de cinco, como marcaba la preceptiva, los personajes están dotados de gran fuerza y pasión, aunque no sea para dar más importancia a la acción. Se estrenó en Barcelona en 1775 y en Madrid en 1778; su argumento es el trágico amor de una judía de Toledo por Alfonso VIII y el asesinato de la misma a manos de los vasallos del Rey.
Más tarde, García de la Huerta fue desterrado a Granada y sufrió siete nuevos años de presidio, tras lo cual se trasladó a Madrid, donde pasó estrecheces económicas.
Publicó también Agamenón vengado, adaptación de la Electra de Sófocles, y tradujo a Voltaire. Otras obras suyas Tragedias y Odas poéticas, Biblioteca militar española. Editor de una poca acertada antología del teatro español en 16 volúmenes (Teatro español, 1785-1786), se le reprochó su supuesta falta de formación intelectual.  Durante toda su vida estuvo envuelto en frecuentes polémicas y fue objeto de sátiras por parte de sus contemporáneos. A pesar de su escasa obra poética, parte de la crítica considera a García de la Huerta un destacado precursor del romanticismo español, debido a la fuerza de carácter que imprimió a sus personajes, algo alejados ya de la normativa clasicista.

 

    Placa en Calle Almendro

 

Vicente García de la Huerta en la Real Academia Española

El 20 de mayo de 1760 ocupaba su asiento en la RAE el erudito y escritor Vicente García de la Huerta, que había sido admitido como supernumerario cinco años antes, el 27 de febrero de 1755.

Nacido en Zafra (Badajoz) el 9 de marzo de 1734, García de la Huerta estudió Gramática y Artes en la Universidad de Salamanca y en 1755, a los veintiún años, publicó su primera obra, el poema heroico Endimión, dedicado al duque de Huéscar. García de la Huerta fue una personalidad muy destacada en el mundo de las letras del siglo XVIII; tras estudiar en Salamanca se estableció en Madrid como archivero de su amigo y protector Fernando de Silva Álvarez de Toledo, duque de Alba, director de la RAE desde 1754 hasta 1776.

En 1766 viajó a París acompañando al duque, donde escribió coplas y cartas jactanciosas que provocaron el enojo del conde de Aranda y que le valieron el destierro al Peñón de Gibraltar primero y a Orán (Argelia) después, donde permaneció hasta el ministerio de Floridablanca en 1777. En el destierro dio forma a su tragedia Raquel, estrenada en Barcelona en 1775 y en Madrid en 1778. Defensor acérrimo de los valores éticos y estéticos del siglo anterior, con Raquel García de la Huerta volvía a ensalzar los esquemas clásicos y los valores heroicos del teatro tradicional.

Entre 1785 y 1786 publicó los dieciséis volúmenes de su obra Theatro hespañol, donde compiló una antología de comedias españolas del Siglo de Oro y de principios del siglo XVIII y en cuyo prólogo arremetió contra el clasicismo francés y sus seguidores. García de la Huerta - «de natural altanero y soberbio» (La Real Academia Española, p. 67) - se granjeó una vez más los abucheos de la crítica, entre los que figuraban autores de la talla de Jovellanos, Forner, Moratín e Iriarte.

Sin embargo, pese a las críticas que siempre lo acompañaron, el académico cosechó numerosas distinciones y fue elegido miembro, además de La Real Academia Española, de las Reales Academias de la Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la de Buenas Letras de Sevilla.

En la RAE asistió a casi todas las juntas académicas y se encargó, junto a Blas Nasarre, de la compra de la biblioteca particular del primer secretario, Vicencio Squarzafigo, tras su muerte en  1737. Aquella adquisición supuso un hito para la Academia que destinó, desde entonces, una cantidad de trescientos ducados a sus presupuestos para la adquisición de libros.

Vicente García de la Huerta murió en Madrid el 12 de marzo de 1787, tras haber ocupado el sillón N de la RAE durante veintisiete años.

  • La Real Academia Española, 1999, Alonso Zamora Vicente (p.67- 68).

Nuria Biosca