LEONARDA O EL MERCADER
DE ZAFRA
El Mercader de Zafra es un bello romance
del que surge la historia recreada en “La Leyenda de Leonarda”, pero antes de
contarla quisiera ir más atrás en el tiempo. Nos vamos a Zafra, sobre mediados
del siglo XVII para ponernos, brevemente, en situación.
En la villa de Zafra, donde se desarrolla la mayor
parte de la historia de Leonarda, el gremio de los poderosos mercaderes se
extendía de forma generalizada y abundaban los destacamentos militares, incluso
con nacionalidad inglesa, acompañantes de don Juan José de Austria quién tuvo su
estancia en esta ciudad durante la guerra con Portugal.
Los personajes y hechos a los que se refiere el romance
forman parte de lo acontecido en Zafra en esa época y así lo recoge este poema
perteneciente al romancero extremeño.
Aquellos romances que sólo se propagaban oralmente estaban expuestos a ser modificados según quienes los recitaran o corrían el riesgo de desaparecer. El hecho de que estas historias perduren hoy en día hay que agradecérselo a las personas que se han preocupado de transmitirlas de alguna forma, como es el caso de Bonifacio Gil con su libro de recopilaciones “Cancionero Popular de Extremadura” del que está tomado este romance.
A mi padre, don Antonio
y a mi madre, doña Juana
y por gusto de padrinos
a mí me llaman Leonarda.
He llegado a 15 años
con regalo de mi casa
dispusieron de casarme
con un mercader de Zafra.
Y yo los he respondido
que no me traten de nada
que soy muy pequeña y niña
muy pequeñita y muchacha.
Y tengo mis ojos puestos
y entregadita mi alma
en el más bizarro mozo
que pasea en la Atalaya
toda la noche le tengo
centinela a mi ventana.
El mercader que lo supo
salió una noche de Zafra
para matar a mi amor
según la intención llevaba.
Y yo, como leona herida
y yo, como leona brava
me puse un vestido de hombre
un ceñidor de dos bandas
con mi caballo ligero
me eché por la puerta falsa.
Él corría a rienda suelta
él corría que volaba
y di vueltas a la ciudad
y no pude encontrar nada.
Al fin le vine a encontrar
a la puerta de mi casa
le tiré un carabinazo
que a Dios entregó su alma.
Desde allí me fui a Llerena
sin reconocer ventaja
allí me puse a servir
con don Pedro Nieto Llama
para comprar y vender
todo lo que me entregaba.
Al punto me hizo un vestido
de damasco de Granada
que todas cuantas me veían
quedan de mi enamorada.
Hasta la propia señora
de mí queda enamorada.
Estando un día de siesta
recogidita en mi cama
vi en mi sala una sombra
que para mí se acercaba.
La enseñé mi pecho blanco
que al verle se embelesaba
se me ponen las mejillas
como rosas encarnadas.
Con la soga de un caldero
me eché por la ventana.
De allí me fui a Badajoz
sin reconocer ventaja
y cogí catorce ingleses
que de mí se embelesaban.
De que me ven tan valiente
por capitán me nombraban.
Ya camina el regimiento
ya camina para Zafra.
Para ver los míos padres
que es cosa muy deseada
he pedido alojamiento
de alojamiento en mi casa.
Estando un día comiendo
la patrona me miraba:
- ¿Qué me mira usted patrona,
qué me mira usted a la cara?
- ¿Qué quiere usted que le mire
qué le mire yo a la cara?
Que esos dos hermosos ojos
son de mi hija Leonarda
- Esa mujer que usted dice
en Badajoz fue nombrada.
Se cayó la madre al suelo
de triste y desconsolada.
- Levante la madre mía
levante la madre amada
Dígame, ¿don Alonso,
don Alonso dónde para?
- Don Alonso se metió
predicador en la Mata.
Siete años serví al Rey
siete sin ser en campaña
siete me he de meter monja
al convento Santa Clara.
- ¡Oh! quién lo hubiera sabido
que eras tan linda muchacha…
no te hubieras tú venido
con tanta honra a tu casa.
Ya camina el regimiento
caminan para llevarla
a meterla en un convento
tiran tiros y descargas.
*También "Acetre", uno de los grupos más emblemáticos dentro del panorama folk de Extremadura, recoge entre su repertorio de canciones este bello romance popular "El Mercader de Zafra" en su álbum "Arquitectura Rayanas"
LA LEYENDA DE LEONARDA
Leonarda nació en Zafra, en una familia de buena posición. La niña crecía bella y mimada por sus padres, don Antonio y doña Juana. A los 15 años lucía una gran belleza y sus padres creían que había que destinarla a un buen partido para casarla, como eran entonces los poderosos mercaderes de la Plaza Grande. Pero las intenciones de Leonarda eran otras. Se consideraba aún pequeña para el matrimonio y se negó a este plan de sus padres. Además, Leonarda ya tenía puestos sus ojos en un muchacho de Atalaya, un pueblo cercano a Zafra. Los dos jóvenes se habían prometido y sus citas eran frecuentes, todas las noches iba a verla a su ventana.
El pudiente mercader, con el que sus padres planearon su boda, al enterarse del amorío con este joven se sintió despreciado por Leonarda e intentará deshacerse de su rival, matándolo. Leonarda al saberlo, como leona herida, se rebela y sale en busca del mercader por toda la ciudad, vestida de hombre y montada a caballo. Cuando consigue encontrarlo en la puerta de su casa le dispara con un arma.
La muchacha, después de su venganza, huye vestida de hombre a Llerena. Allí se pone a trabajar con un comerciante, sin revelar que era una mujer. El comerciante le regala un traje que resaltaba la belleza de la joven, hasta el punto que enamoraba a todas las mujeres, incluso a la esposa de su jefe. Estando un día en su casa, durmiendo la siesta, ésta se le acercó a la cama y Leonarda ruborizada tuvo que enseñarse sus atributos de mujer para espantarla, mostró sus pechos blancos y la otra embelesada. Seguidamente huyó por la ventana y de allí se fue a Badajoz.
Siguió pasándose por hombre y conoció a unos soldados ingleses, que también quedaron embelesados, al verlo tan valiente pensaron que era Capitán y se unió a su regimiento. Al tiempo, los soldados marchan a Zafra y ella con ellos.
En su ciudad natal pide alojamiento en su casa. (Era normal que los soldados se alojaran en casa de la gente del pueblo). Estando un día comiendo, la patrona no hacía más que mirarla y reconoció las facciones de su hija. ¡Esos dos hermosos ojos son de mi hija Leonarda! La hija se descubre y la madre se desmaya. La hija pregunta a la madre por don Alonso, su antiguo novio, y esta le cuenta que sobrevivió a las puñaladas del pudiente mercader y que al ver que ella se había marchado se hizo predicador en otro pueblo.
Al enterarse que ha perdido a su amado decide dejar el ejército y procesar como monja de clausura en el convento de Santa Clara. ¡Siete años serví al Rey, siete me he de meter monja!
Los compañeros del regimiento al advertir que era una muchacha comentaban que de haberlo sabido no hubiera venido con tanta honra a su casa. Y la despidieron en la puerta del convento entre tiros y descargas.
Aquí termina la historia de la bella Leonarda. ¡A mí me entusiasma!
Nuria Biosca
Emocionante y maravillosa leyenda que no olvidaré jamás... Gracias por publicarla!
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